El Plan Maestro Cuenca del Río Salado se elaboró entre 1997 y 1999. Los trabajos comenzaron a principios de los 2000 y avanzaron a distinto ritmo hasta el día de hoy. En la actualidad, las autoridades hídricas de la provincia de Buenos Aires ya piensan en las posibilidades de desarrollo económico que se abren y hay un estudio en curso que será clave.
“Siempre se dijo que el Río Salado no es navegable, pero ahora vamos a saber la verdad”, le contó a INFOCIELO el subsecretario de Recursos Hídricos bonaerense, Guillermo Jelinski, mientras recorría las obras con él en un helicóptero. Es que su cartera contrató a una consultora especializada en navegabilidad para que haga el estudio correspondiente. Por ahora, lo único que se ve en esas aguas marrones son las dragas desparramadas en el tramo que pasa por 25 de Mayo, Roque Pérez y Lobos.
Hoy en día la provincia de Buenos Aires está terminando el cuarto tramo del plan maestro y quedaría hacer el quinto. La obra consiste, principalmente, en ensanchar el río y hacerlo más profundo sin modificar su traza. Las tareas comenzaron en el año 2003 en la desembocadura del Salado, es decir, en la Bahía Samborombón, y fueron yendo aguas arriba. Ahora el objetivo es llegar hasta la frontera con Santa Fe el año próximo.
Para cumplir con el cronograma, llegó a haber (en 2020) 19 dragas, 70 retroexcavadoras, 50 camiones volcadores y 780 personas trabajando. El objetivo de todo este movimiento es hacer cuatro ríos en uno, es decir que donde el Salado tiene 50 metros de ancho que tenga 200 y donde tiene 50 centímetros de profundidad tenga 2 metros. El propio gobernador bonaerense, Axel Kicillof, graficó la dimensión del proyecto: “Es dos veces el canal de Panamá y cinco veces el canal de Suéz”.
En su momento, esas vías navegables fundamentales para el comercio internacional, fueron verdaderas hazañas de la ingeniería. El Salado no se queda atrás: abarca 59 localidades bonaerenses, 265 millones de metros cúbicos de tierra excavados a lo largo de 429 kilómetros y más de 57 mil millones de pesos de inversión. El quinto (y último tramo) demandará entre 40 y 50 millones de dólares más.
El impacto de la obra ya se siente más allá de lo que concluyan los estudios de navegabilidad. Desde el Ministerio de Desarrollo Agrario bonaerense calculan que va a mejorar la productividad de 8 millones de hectáreas, una superficie equivalente a 2.960 veces el casco urbano de La Plata. Gran parte de estas tierras estaban en desuso porque en épocas lluviosas se inundaban durante meses o, incluso, años. “Ahora no es que se va a inundar, pero va a drenar mucho más rápido”, le aclaró Jelinski a INFOCIELO.
El funcionario que está a cargo de llevar adelante el plan maestro desde 2019 sostiene que terminar las obras va a cambiar también a las ciudades. “Se van a empezar a poner de cara al río en vez de darle la espalda”, definió. Es más, ya está pensando (y elaborando) proyectos turísticos interurbanos similares a los del Delta del Paraná, como por ejemplo, excursiones náuticas desde Alberti hasta 25 de Mayo. “Sueño con ver esos barcos con ruedas, como los de antes, navegando por el Salado”, llegó a confesar.
Los estudios de navegabilidad serán fundamentales para el futuro de esas iniciativas. Por ahora, todo marcha viento en popa.
Fuente: infocielo